Buenos Aires fue fundada dos veces:
La primera en 1536. Don Pedro de Mendoza, colonizador español, estableció el primer asentamiento. Lo nombró: Ciudad del Espíritu Santo y Puerto Santa María del Buen Ayre. La segunda –y definitiva–, en 1580. Juan de Garay denominó el sitio Ciudad de Trinidad.
En el siglo XIX el puerto fue el punto de llegada de la gran corriente inmigratoria promovida por el Estado argentino para poblar la nación. Españoles, italianos, sirio-libaneses, polacos y rusos le imprimieron a Buenos Aires el eclecticismo cultural que la distingue.
A lo largo del siglo XX, sucesivas migraciones —internas, de países latinoamericanos y de Oriente— terminaron de conformar a Buenos Aires como una ciudad cosmopolita en la que conviven personas de diversas culturas y religiones.
Buenos Aires ha sido siempre una ciudad de puertas abiertas. A sus habitantes se los llama “porteños”, gentilicio que alude a la condición portuaria de la ciudad. Al habitante de la provincia de Buenos Aires se lo llama bonaerense.
El espíritu de los porteños es cordial y hospitalario: suelen organizar comidas en sus casas para agasajar a los turistas con platos típicos.
La infusión característica es el mate. Se prepara echando agua caliente en un pequeño recipiente del mismo nombre que contiene yerba mate. Algunos le echan azúcar; la mayoría prefiere "un amargo".
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