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Tuesday, February 13, 2007

CARNAVAL


Varios monarcas y dictadores quisieron suprimir sus festejos, mientras que otros los realzaron. En Argentina también hubo aguafiestas que intentaron dejar al país sin celebración. La relación entre Carnaval y religión.
El colorido carnaval jujeño.Emperadores, monarcas y dictadores coincidieron, a lo largo de la historia, en prohibir los Carnavales, pero también hubo reyes que restauraron su esplendor y que hasta se disfrazaron de criada.Tal fue el caso de Felipe IV, quien un martes de febrero de 1638 hizo participar a toda la corte española de una boda fingida en la que el almirante de Castilla se vistió de novia, el conde-duque de Olivares de portero, la reina de albañil y él de mucama.

En tiempos de los Reyes Católicos era costumbre disfrazarse y gastar bromas en lugares públicos, pero en 1523, por petición de las Cortes, Carlos I y su madre, Juana la Loca, dictaron una ley prohibiendo las máscaras "por los males que de ellas resultan".

Dos borbones -Felipe V y su hijo Fernando VI- también prohibieron las expresiones públicas del Carnaval, el primero, debido a las continuas ofensas que las máscaras le dirigían; pero las autorizaron en lugares cerrados.
Esto llevó a los pobres a la resignación, hasta que Carlos III volvió a permitirlo en las calles; en cambio, los burgueses continuaron festejándolo en salones, con bailes de disfraz.
El emperador Napoleón Bonaparte prohibió los de Venecia en 1807 y Francisco Franco los de Cádiz, en 1938.
En la Argentina hubo dos aguafiestas: Juan Manuel de Rosas, en el siglo XIX y Jorge Rafael Videla. El presidente de facto durante la último dictadura suprimió en 1976 los feriados del lunes y martes de Carnaval -instituidos por decreto ley de 1956- y eliminó todas las libertades, incluída la de disfrazarse.

Carnaval y religión

Estrictamente, el Carnaval comienza el jueves anterior al Miércoles de Ceniza, este año, por ejemplo, el 15 de febrero, y culmina en la noche del martes siguiente (el próximo 20); pero como a los efectos turísticos resulta corto, solía anticipárselo, antes que estirarlo, para no superponerlo a la Cuaresma (comienza el 21), la celebración católica de sumo recato y ayuno, que prepara para la Pascua y es su contracara.

Pero este año, eso cambió. Por ejemplo, a nivel local, el Carnaval de Gualeguaychú, que comenzó el pasado 6 de enero, proseguirá hasta el 3 de marzo: los 2,1 millones de pesos invertidos en sus comparsas explican tamaña transgresión.

Tampoco respetarán la Cuaresma el Carnaval de Jujuy, que empezó el 3 de febrero y se estirará hasta el 25; ni el de Corrientes, del 26 de enero al 24 de febrero; pero sí el porteño, que fue inaugurado el sábado pasado y culminará el martes 20.

Preguntarse qué nació primero, si la Cuaresma o el Carnaval, resulta parecido a lo del huevo o la gallina. Sin duda, el Carnaval tiene reminiscencias de antiguas fiestas paganas como las Saturnales, las Lupercales y las Bacanales; y de hecho, el cristianismo es posterior a todas ellas.

Pero el caso es que tales fiestas mantuvieron su nombre y su específica adoración a Saturno, Fauno Luperco o Baco, hasta la consolidación del cristianismo; recién después, comenzaron a reunirse bajo un nombre común, Carnaval, palabra que no en vano remite a la abstinencia de carne de la Cuaresma.

Carnaval proviene de "carne levare", que significa "carnes que serán quitadas" y/o de "carro naval", el barco sobre ruedas con el que se honraba a Baco y que dio origen a las actuales carrozas.

La primera referencia a una preparación pascual de 40 días aparece en 332 con Eusebio de Cesárea, quien sin embargo no menciona al Carnaval, lo que inclinaría a pensar que éste no fue el antecedente de la Cuaresma sino su consecuencia.

Sucede que en el cristianismo hay un orden pasional del tiempo, donde alegría y tristeza se alternan, con prohibiciones y tolerancias; de allí que el Carnaval, cuyo significado es la satisfacción de los apetitos carnales, encontraría en la Cuaresma, que los refrena, la justificación de su existencia.

Para Dietz-Rüdiger Moser, quien investigó la relación entre Carnaval y teología, "se pretendía que la gente celebrara el Miércoles de Ceniza. Y por eso era necesario el Carnaval. Es decir, la carnalidad expresada en el Carnaval cumpliría la función de equilibrar el ayuno y la abstinencia de carne que sobreviene el Miércoles de Ceniza, día de su entierro.

Si Dios creó el mundo en seis días, quizás hacía falta que el contramundo durara otros seis. Lo que dura el Carnaval.

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