Esta historia es completamente real, sucedió hace algunos meses en Hostel Colonial, sólo cambié algunas cosas para preservar la identidad del protagonista y fué más o menos así:
Subió las escaleras y saludó efusivamente. El tipo daba la impresión de ser un viejo amigo, de esos que siempre vuelven a Hostel Colonial, pero no, jamás lo habíamos visto. Observaba todo y a todos. No paraba de hablar un solo instante. Se encendió la luz amarilla. Personajes tan amigables suelen despertar sospechas, será esa impronta tan argentina la que nos hace estar siempre alertas. Había que estar atentos, todo o nada podía ocurrir.
Conversó toda la tarde con quien quisiera oírlo, invitó cervezas, algún trago también y luego de tomar una ducha se acercó a recepción y preguntó cuantos huéspedes había alojados en el hostel. Pregunta poco habitual en un huésped. Luz roja encendida.
Salió con la información apenas balbuceada y en 30 minutos regresó con un gran pedido de comida para compartir con huéspedes y staff de Hostel Colonial. Desconcierto, era tan amable. Aquellos que estuvieron en Buenos Aires ese mes de Marzo, saben que fue así. Una gran comilona, seguida por una de las fiestas más memorables que tuvieran lugar en el hostel.
Mañana de Martes. Muy temprano. Se acercó con su equipaje, que en realidad era sólo un bolso. Preguntó si adeudaba algo, chequeamos la habitación y se fue con una gran sonrisa no sin antes dejar un sobre cerrado dirigido a la dirección del hostel.
Horas después, preguntamos por este personaje y nos topamos con el sobre. De puño y letra decía “Gracias por recibirme, gracias por no preguntar, gracias por la onda y por compartir mi regreso a la vida, encontré un lugar al cual volver. De corazón. Nando de Uruguay”.
Mañana de Martes. Muy temprano. Se acercó con su equipaje, que en realidad era sólo un bolso. Preguntó si adeudaba algo, chequeamos la habitación y se fue con una gran sonrisa no sin antes dejar un sobre cerrado dirigido a la dirección del hostel.
Horas después, preguntamos por este personaje y nos topamos con el sobre. De puño y letra decía “Gracias por recibirme, gracias por no preguntar, gracias por la onda y por compartir mi regreso a la vida, encontré un lugar al cual volver. De corazón. Nando de Uruguay”.
En la misma hoja membretada, en letra de imprenta y entre otros datos, decía que Nando era VIH negativo.
Creo que todos sentimos el mismo alivio que él, otra historia de Hostel Colonial, Buenos Aires, Argentina, otra historia de gente, en este caso la de un tipo que encontró en nosotros una puerta para volver a empezar y esa puerta, para vos, siempre estará abierta.
Hasta pronto. Jorge
1 comment:
Entré a tu blog casi de casualidad y me atrapó esta historia, el final me dejó pegada a la silla. Qué bien contás la ciudad, ojalá mucha gente te lea y descubra que Buenos Aires es hermosa a pesar de las marchas, el tránsito y el mal humor de los últimos tiempos.
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